La orden de Benedicto XVI de remover la tumba del cardenal inglés John Henry Newman, uno de sus guías intelectuales, para agilizar la beatificación del famoso prelado, ha levantado gran escándalo en el orbe católico por el lado que menos se esperaba: el sexo. “El cardenal Newman era homosexual”, proclaman los activistas gays británicos. Usan para ello la oración fúnebre que dedicó a su colaborador, el padre Ambrose St. John, 15 años más joven que él, fallecido en 1875. Vivieron juntos 30 años. El cardenal le sobrevivió otros 15 y pidió ser enterrado en la misma tumba que Ambrose, al que “había amado con un amor tan fuerte como el de un hombre por una mujer”. Son sus propias palabras.
Pidió ser enterrado con Ambrose, al que “había amado con un amor tan fuerte como el de un hombre por una mujer”Peter Thatchell, activista de los derechos de los homosexuales británicos, interpreta ese pasaje como una “salida del armario”. Ve la misma intención en la inscripción que hay sobre la tumba del cardenal y su amigo en Rednall, un pueblo del centro de Inglaterra. “Ex umbris et imaginibus in Veritatem” (”De las sombras y de las imágenes hacia la Verdad”, dice el epitafio).
Los activistas gays pretenden que los miembros del clero y los políticos reconozcan sus tendencias sexuales. La bandera del cardenal Newman es imponente para ese empeño, por el impacto universal de su figura. Si Benedicto XVI culmina el proceso canónico, John Henry Newman, el más ilustre de los conversos ingleses, será el primer santo católico de ese país procedente del anglicanismo. Pero los pasos previos están siendo procelosos. Roma necesita la autorización del Gobierno británico para trasladar la famosa sepultura desde Rednall hasta la basílica de Birmingham.
Pidió ser enterrado con Ambrose, al que “había amado con un amor tan fuerte como el de un hombre por una mujer”Peter Thatchell, activista de los derechos de los homosexuales británicos, interpreta ese pasaje como una “salida del armario”. Ve la misma intención en la inscripción que hay sobre la tumba del cardenal y su amigo en Rednall, un pueblo del centro de Inglaterra. “Ex umbris et imaginibus in Veritatem” (”De las sombras y de las imágenes hacia la Verdad”, dice el epitafio).
Los activistas gays pretenden que los miembros del clero y los políticos reconozcan sus tendencias sexuales. La bandera del cardenal Newman es imponente para ese empeño, por el impacto universal de su figura. Si Benedicto XVI culmina el proceso canónico, John Henry Newman, el más ilustre de los conversos ingleses, será el primer santo católico de ese país procedente del anglicanismo. Pero los pasos previos están siendo procelosos. Roma necesita la autorización del Gobierno británico para trasladar la famosa sepultura desde Rednall hasta la basílica de Birmingham.
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